Es un
proceso lento pero hay que tener paciencia, vale la pena.
Día 1. En un recipiente mezcla 50g de harina blanca
de fuerza y 100ml de agua. Guarda esta mezcla en el frigorífico.
Día 2. En el mismo recipiente añade otros 50g de
harina blanca de fuerza y 100ml de agua, mézclalo todo bien y guárdalo en el
frigorífico. En esta etapa no veras mucho cambio en la mezcla.
Día 3. Repite el último paso – 50g de harina y
100ml de agua.
Día 4. Lo mismo otra vez. Ahora puede ser que veas
señales de vida. Habrá alguna burbuja en la superficie y un cambio en la
textura.
Día 5. Añade otros 50g de harina y 100ml de agua.
Ahora sí que verás un cambio en la textura y la consistencia de la mezcla.
Día 6. Ahora podrás utilizar la masa madre para
hacer un pan.
Cuando
hagas pan no olvides dejar un poquito de masa madre en el recipiente. A esto le
puedes añadir un poquito de harina y agua cada par de días hasta que hagas pan
la próxima vez. De esta forma la masa madre te durará por años.
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